Recordando a Charles Martin Hall

Por: José Ángel@poetadelrelato

Seamos honestos: lo más probable es que no tenías conocimiento del nombre de quien hizo posible la revolución del aluminio; un hombre que a fines del siglo XIX (en el llamado «siglo de la industrialización») logró encontrar un método de bajo costo y que podría convertirse en masivo para la extracción del aluminio (metal que por aquel entonces era considerado «semiprecioso»), desplazando prácticamente de manera instantánea al hierro.

Pero, ¿Quién fue Charles Martin Hall?

El ingeniero e inventor estadounidense nació en Thompson (Connecticut) el 6 de diciembre de 1863. Desde muy pequeño fue un aficionado a los experimentos y tras cinco años en la Oberlin College, se licenció de química en 1885. Desde que salió de la universidad, empezó a buscar una forma eficaz y económica de fabricar aluminio (siguió asistiendo al laboratorio de la institución tras graduarse con dicho propósito).

Por aquel entonces, el aluminio era considerado un metal semiprecioso debido a la complejidad para ser obtenido de manera pura. Con la ayuda de su familia, logró montar un laboratorio en casa, donde el 23 de febrero de 1886 logró elaborar las primeras piezas de metal bajo su nuevo método, el cuál consistía en la disolución de un óxido de aluminio en criolita fundida junto con la utilización de electrólisis (con electrodos de carbón).

Gracias a este descubrimiento (el que también fue desarrollado de manera muy parecida por el inventor francés Paul Louis-Toussaint Héroult casi de manera simultánea; pero a miles de kilómetros de distancia), los costos de la producción del aluminio bajaron considerablemente y destronó la hegemonía del hierro, convirtiéndose en el metal más producido en sólo unos cuántos años.

Pero todo esto, no estuvo exento de complicaciones para el norteamericano, ya que pese a lo que había desarrollado, le fue muy difícil encontrar un «patrocinador». Tuvo que llegar el año 1888 para conocer al financiero Alfred Hunt quien, junto con socios de la por aquel entonces Reduction Company of Pittsburgh pudieron dar «ruedo» de manera masiva al método del inventor.

Con los años, la empresa cambió su nombre a Compañía Americana del Aluminio (ALCOA), de la cuál Hall fue vicepresidente desde 1890.

Esta invención -como mencionamos anteriormente-, posicionó al metal en un nuevo sitio, obteniendo protagonismo en la segunda parte de la revolución industrial debido a su conductividad, ligereza, facilidad de reciclaje y resistencia a la corrosión. Poco a poco, las aplicaciones se volvieron más que diversas, lo que llevó al inventor a volverse rico.

  • Dato: En 1882, la producción anual no llegaba a las 2 toneladas, durante el 1900 alcanzó las 6.700 toneladas; mientras que en 1939 las 700.000 toneladas y para en 1943 los 2.000.000 de tons.

Todo este aporte a la industria le valió la Medalla Perkin en 1911 y póstumamente (1997) el descubrimiento fue catalogado como un hito químico histórico nacional por la American Chemical Society.

Durante sus años de vida (soltero y sin hijos), siguió en el camino de la investigación, registrando 22 patentes. Paralelamente fue parte del consejo de administración de su antigua casa de estudios (Oberlin College) y continuó como vicepresidente de la ALCOA hasta el 27 de diciembre de 1914 (fecha de su deceso).

Este es uno de esos nombres poco conocidos pero de los que debemos hacer mención y sobretodo saber, porque su aporte a la industria llevó las cosas a otros niveles.

  • Último dato: Actualmente el aluminio es el metal no férreo más empleado en el mundo, con una producción estimada de unos 35 billones de toneladas.