La filosofía chilensis

Hola 2020. O más bien: hola, continuación de 2019. Cambio de folio temporal, mas no en el país. Y en menos de 48 horas se vio muy reflejado en varios puntos de “la copia feliz del eden”. Pero primero retrocedamos en el tiempo.

Albert Einstein, antes de ser el gran ejemplo en la física de nuestros días y que también vivió una educación particular en su niñez, sostuvo que “todos somos unos genios. Pero si juzgas a un pez por su habilidad de escalar un árbol, vivirá su vida entera creyendo que es estúpido”. Mantengan esa frase mientras volvemos al presente. Una foto en la cual una joven que está siendo consolada por otro compañero se convirtió en la imagen de la jornada. Varias interpretaciones surgieron en donde cierto sector político, “adueñándose” del contexto como lo hizo José Antonio Kast vía Twitter, concluía que ella lloraba por no poder dar la ansiada prueba. Sin embargo la misma joven desmintió al líder del Partido Republicano al afirmar que sufrió una crisis de pánico, situación que lamentablemente se repiten en jóvenes y adultos de Chile. Todo esto resume lo que es la Prueba de Selección Universitaria, proceso que quizás vive sus últimas jornadas tras una suspensión histórica.

Está más que claro que la educación chilena es pésima, incluso al nivel de cualquier país del tercer mundo; pero carísima al nivel de cualquier país que se digne a llamar desarrollado. Contrastes que tienen motivos para ser así y va mucho más allá que solo el dinero: al ser Chile un país que opera bajo un sistema en donde la plata es dios, se olvida de los valores, de la tolerancia, de las oportunidades, de la EMPATÍA (énfasis en esto), privilegiando así temas clásicos como matemáticas y lenguaje pero dejando en el olvido artes y deportes que siguen siendo mal vistos y menospreciados en la sociedad.

Acá impera la competencia pero de la mala, la brutal, la que tiene que aplicar un tiro de gracia a tu oponente si es necesario para lograr algo positivo, la que distorsiona la salud mental y la alimenta con obsesión y ansiedad en busca de un bienestar de maquillaje. Esa es la cultura chilena y la PSU es solo un ejemplo de ello, prueba adoptada en democracia pero con tintes de autoritarismo neoliberal.

PSU, DEMRE, MINEDUC, CRUCH, ACES… Siglas que hemos visto por casi dos décadas y que han convivido con la sociedad nacional y con ese comportamiento que crea más seres que humanos, que genera sequía de cerebros y movimientos monótonos y automáticos caminando hacia la nada. Movimientos de inercia como lo ocurrido con la filtración de los facsímiles de la gran prueba y que fue la “gran causal” de su cancelación.

Hay un gran miedo. No es hacia las autoridades, ni a las empresas, ni a la poca ética de la policía. Es el miedo al cambio. Ese concepto siempre ha atemorizado a poblaciones y naciones, pero una vez aplicado –y bien aplicado- los beneficios a largo plazo serán enormes. Las soluciones de los que manejan el poder obviamente no se darán en poco tiempo, hay un largo camino por recorrer y veremos si seguirán la vía correcta, la cual llama a un método de selección más democrático y menos discriminatorio. Por mientras, conformémonos con su atajo más simple: querellas a los que filtraron las pruebas. Como diría un comediante, “¿pa’ que hacer las cosas bien si se puede hacer como la mierda?”.

 

Foto: Agencia UNO