1917, con dos planos es suficiente

Esta semana las salas nacionales estrenaron la última gran ganadora de los Globos de Oro, una cinta que prácticamente nadie apostaba pero que su historia y montaje les dio la justa razón para dejar a Netflix con ganas de más, justo en su época de mayor apogeo en cuanto a producciones originales, tres de ellas nominadas en la última premiación (Historia de un matrimonio, El irlandés y Los dos papas).

Blake y Schofeld, dos soldados pertenecientes al ejército británico, deben entregar lo antes posible una carta al segundo batallón del regimiento de Devonshire para que cancelen un ataque planeado a los alemanes y así evitar caer en su trampa, lo cual podría salvar la vida 1.600 personas, entre ellas el hermano de Blake que actúa como teniente. Ambos militares deberán pasar por distintos puntos, todo en menos de dos días, haciendo más dificultoso la entrega de la carta.

El director Sam Mendes, que sabe de éxitos repentinos como su ópera prima Belleza Americana (1999) no tuvo problemas en poner todo el riesgo posible para combinar cine y teatro con las viejas charlas que tuvo con su abuelo Alfred Mendes, veterano de la Primera Guerra Mundial y que sirvió para el ejército británico en la batalla de Passchendaele, al norte de Francia. Las anécdotas de Alfred contadas a su nieto fue la base para el filme.

La apuesta era ambisiosa, doble o nada y claramente ganó la primera opción: una gran puesta en escena sobre todo las trincheras cuidadosamente construidas para ambientar lo mejor posible; dos actores poco conocidos como Dean-Charles Chapman (Blake) y George MacKay (Schofield); la participación de Roger Deakins como director de fotografía, clave en las secuencias; y una pizca de ficción; dando como resultado una pieza inigualable de los últimos años.

Sin olvidar claramente lo que da el gran resalte a la película: el uso de solo dos planos secuencia lo que, mezclado con precisos movimientos de la cámara, otorga al espectador una experiencia en tiempo real de lo que fue una batalla que pudo evitar un desastre aun mayor de lo que conocemos. Quizás al inicio del filme puede resultar un poco monótono y mareador para aquellos que no acostumbran a ver escenas tan largas, pero a medida que avanza el tiempo, el trabajo de Mendes justifica que los cortes y elipsis no son para nada necesarios.

1917 es una crónica de un hecho real que hará reflexionar, conmover e incluso reír a ratos, demostrando que las técnicas sin corte de escenas son buenas si son bien aplicadas, y más aun si va de la mano con una historia que merecía ser contada bajo ese formato. No se sorprendan si la producción vuelve a Inglaterra con un Oscar bajo el brazo.

 

Foto: 1917