Sus tiempos jodidos

Todos los que amamos el deporte y/o Netflix disfrutamos y sentimos con gusto El último baile, la todavía bullada docuserie que retrató con maestría la intimidad de los Chicago Bulls, el equipo que dominó la NBA en seis de ocho campeonatos durante los 90 y que catapultó a Michael Jordan como su majestad en el aire.

Nos vamos a enfocar en el capítulo V de la producción en el cual detalla la máquina marketera y monetaria que era la figura del 23 de los Toros. Todos los hinchas del basket querían una foto con él, un autógrafo suyo e incluso calzar sus icónicas Nike Air; ese poder del oriundo de Carolina del Norte contrastaba a su nula relación con la política y los problemas sociales.

Él mismo lo dijo en tal episodio: “Elogio a Mohamed Alí, pero nunca me consideré un activista”, confirmando además su rechazo en la época de apoyar al candidato afroamericano por un cupo al senado de su localidad natal, el demócrata Harvey Gantt. Varios criticaron la falta de compromiso a su propia comunidad, lo que decantó en la derrota de Gannt frente al republicano Jesse Helms, considerado un ultraderechista racista. Esta semana Jordan, redimiendo de sus años de silencio, dijo basta.

Como varias figuras públicas y gran parte del mundo, MJ no ocultó su pesar por el asesinato a George Floyd a manos de la policía ocurrido la semana pasada. Habría que revisar los archivos del homicidio a otro activista en 1968, Martin Luther King. Jr  para ver si hubo manifestaciones similares a los que se ven ahora, recordando la gran deuda histórica que vive los Estados Unidos desde mucho antes de ser una nación independiente: el trato a su propia raza negra, presenciando este martes la jornada más emotiva con el #blackouttuesday en donde varias compañías y artistas paralizaron sus actividades en memoria de un nuevo mártir.

Pese a las múltiples manifestaciones que buscan el fin del racismo, de nada sirve si no se educa ni se repasa la historia que todavía sirve como malinterpretación, caballito de batalla para grupos extremistas que se las juegan de negacionistas disfrazados de patriotas.   

Sin embargo –y lamentablemente-, si tenemos que sacar algo positivo de ese cruel acto es que en el mundo, Latinoamérica y especialmente en Chile se recordó la injusticia día a día. Los inmigrantes, los indígenas, los homosexuales y varias minorías son los Floyd de ayer y, si no se educa, del mañana; así como lo fueron Joane Florvil, Matías Catrileo y Camilo Catrillanca, entre varios otros. Un problema de Estado que viene con la Guerra de Arauco, la matanza selknam y el maltrato a nuestros vecinos porque nosotros somos más “desarrollados” que ellos. Hay proyectos y documentales a disposición para entender el tema. Por ahora recomiendo The 1619 project, iniciativa del New York Times merecedor del premio Pullitzer y El botón de Nácar de Patricio Guzmán.

Volviendo al enojo de Jordan, varias personas piden no mezclar deporte con política. Lo siento, pero ellos están ciegos y varios exponentes, como un tal “rey”, siguen callados. El deporte, al igual que otras áreas, siempre ha sido un vehículo social para persuadir a la sociedad, ya sea para bien o para mal. Ellos tienen un deber y rol moral y el basquetbolista quizás trate a lo lejos de participar como alguna vez lo hizo Abraham Lincoln, presidente que abolió la esclavitud en su país; el propio Ali, multicampeón de boxeo pero castigado por su color de piel y por no matar en Vietnam; o en estos tiempos Colin Kaepernick, el mariscal de campo que desafió a Donald Trump al no cantar el himno nacional colocando su rodilla al piso en cada partido de la NFL. Ese gesto, el mismo con el que actuó la brutalidad policial y los minutos de agonía con el ya lema I can´t breath, se hicieron parte de la historia.

Se espera que el momento clave que vive el gigante norteamericano, mezclado con la crisis sanitaria y la filtración de archivos clasificados, sea el inicio de nuevas políticas o el regreso de épocas más difíciles como lo fue la Guerra de Secesión. Con Trump nunca se sabe y ojalá no contemos con lo segundo. Por ahora, conformarnos con las miles de manifestaciones que podrían generar ruido en la Casa Blanca y en el resto del mundo. Al menos, sir Air ha hablado, el que sigue siendo el mayor ídolo de los Bulls, la estrella máxima de la NBA y el héroe de por entonces un joven residente de Chicago de nombre Barack Obama.  

 

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