Por: José Ángel – @poetadelrelato
Es la madrugada del martes 19 de junio de 1945 en Rancagua. Un día de trabajo común y corriente. Los mineros de «El Teniente 1» van a sus faenas diarias. Aproximadamente 750 trabajadores del turno A ingresan a los pasillos y galerías del mineral entre algunas bromas, cansancio y el anhelo de pronto estar con sus familias.
Pasadas las 8 de la mañana, con el turno ya iniciado y debido a las precarias condiciones de seguridad, comienza un incendio en una fragua cerca de una de las entradas que se ubicaba cerca de una bodega de materiales de la mina que por aquel entonces pertenecía a la controladora norteamericana Braden Copper Company. El siniestro en el interior catapultó en una explosión gracias a que en la bodega se manejaba combustible y un sinfín de materiales inflamables.
La explosión no fue lo peor, pues el incendio provocó una emanación masiva de humo (monóxido de carbono). La mina comenzó a tornarse oscura, los trabajadores a toser y poco a poco la desesperación se apoderó de quienes estaban en socavones, las jaulas de los piques y proximidades. Con cada segundo que pasaba se volvía más imposible escapar.
La falta de ventilación se sumó a todo lo que sucedía en el interior, y aunque se dio la orden de evacuar, nada pudo evitar la tragedia. Uno a uno caían los cuerpos de quienes desesperados buscaron escapar y lastimosamente no lo pudieron conseguir.
El humo siguió ocupando todo espacio posible impidiendo la visibilidad, y la mala señalización de las salidas de emergencia complicó aún más las cosas. Los sistemas de ventilación no funcionaron, algunos llegaron a “zonas seguras”. Los que estaban más cerca de las salidas lograron escapar, otros buscaron refugiarse donde se pudo.
Los gritos en el exterior eran intensos mientras algunos auxiliares llegaban al sector afectado para buscar controlar y posteriormente apagar las llamas. Unos pocos lograron abrir las llaves de las redes de aire comprimido de la mina; otros, en cambio, lograron salir por el sector «Fortuna» (una instalación que ya no se ocupaba).
El fuego cesó… el humo en tanto avanzó y avanzó por los túneles. La información hacia el diario El Rancagüino también, quien unas horas después de todo el desastre, mencionó lo siguiente:
“Se nos refiere que esta mañana, más o menos a las 8:10 horas, estalló un violento incendio en la Bodega de Materiales de la mina Teniente 1, donde había almacenado gran cantidad de petróleo y madera para el embigamiento de los túneles. Por esta razón el fuego cundió rápidamente arrojando, además, una espesa nube de humo que se extendió a todo el mineral.”
Los rescatistas lamentablemente tuvieron que esperar que se disipara la espesa nube en el interior para iniciar las labores… el catastro, tres días después, fue de proporciones: 355 fallecidos y más de 740 heridos. Los cuerpos fueron hallados en cámaras y socavones azotados por el inclemente humo.
150 viudas y más de 400 hijos e hijas quedaron huérfanos de padre…
Las víctimas de «La Tragedia del Humo» fueron sepultados en el cementerio número 2 de Rancagua. Jóvenes, padres, hijos, amigos y hermanos que siguen sin ser olvidados, quienes con su vida cambiaron todo en la población minera de Sewell.
Si bien los procesos judiciales desafortunadamente restaron culpa a la entidad minera, también propició un cambio en las leyes de regularización chilena, las leyes sociales, las de accidentes del trabajo y el código de minería.
Hubo grandes indemnizaciones. Se entregaron casas para las familias afectadas, la conocida Villa O’Higgins o popularmente «la población de las viudas». Luego se creó la Fundación O’Higgins (activa hasta la actualidad).
Nada material ni monetario puede devolver las vidas perdidas…
Esta es la tragedia más grande de una minera metalífera a nivel mundial y que ha llevado a que desde entonces, cada 19 de junio, el Sindicato de Trabajadores Sewell Mina organice una procesión en el cementerio, a la que acuden los familiares de quienes perdieron la vida por asfixia, además de miembros de la administración. Todo en memoria de los obreros que fueron enterrados en tres sepelios los días 20, 21 y 22 de junio.
Imagen: AnnurTV