Profesores, la otra trinchera del Coronavirus

Radio Cronan conversó con profesoras y profesores sobre su día a día en pandemia, incluyendo los fines de semana en los cuales no tienen un horario establecido para sus comidas, sus hijos -en el caso de quienes tienen- y sus padres, ya que muchos de ellos son mayores y son los docentes los encargados en sus familias de realizar las compras. Además, la gran mayoría que trabaja en establecimientos subvencionados y municipales deben ir a entregar las cajas Junaeb (Junta Nacional de Auxilio Escolar y Becas) junto con los textos y guías escolares. 

 

El domingo 15 de marzo el presidente Sebastián Piñera informó al país que las clases en jardines infantiles, colegios (municipales, subvencionados y particulares) serían suspendidas por dos semanas. Sin embargo, definieron extenderlo hasta el 27 de abril dado que adelantaron las vacaciones de invierno desde el 13 de abril hasta el 24 del mismo mes y por las circunstancias sanitarias muchos alcaldes han dicho que las clases presenciales volverán en marzo del 2021.

Es dentro de estas medidas de prevención durante la crisis sanitaria de COVID-19 que se ha optado por hacer clases virtuales. En muchos establecimientos públicos se hace a través de Classroom de Google Meet, mientras que en particulares puede ser vía Zoom u otras plataformas de videoconferencia.

 

Prioridades

Jessica Benavides es profesora especialista en primer ciclo y hace tres años que trabaja solo con primeros y segundos básicos en un colegio con alto índice de vulnerabilidad en Puerto Montt. “Yo trabajo con niños que recién comienzan a adquirir las herramientas para aprender las habilidades de lectoescritura en una escuela municipal con un índice de vulnerabilidad del 91%, por lo que son niños que vienen de un entorno sociocultural y socio-económico súper deprimido y no tienen acceso a muchas cosas”.

Jessica cuenta que el colegio donde trabaja tiene jornada escolar completa (JEC), es decir desde las 8 de la mañana hasta las 4 de la tarde y los niños que tienen reforzamiento se quedan hasta las 5 PM. Además, explica que un alto porcentaje de estudiantes reciben ahí desayuno y almuerzo y solo ahí se alimentan.

Su horario de trabajo, explica, que es el mismo que antes de la pandemia, exceptuando los martes y miércoles que sale más tarde porque tiene consejo de profesores y reunión con el equipo de Programa de Integración Escolar (PIE), que se encarga de los niños con necesidades educativas especiales o que tienen problemas de aprendizaje: “De hecho en mi curso hay una niña sorda y dos niños tienen retraso mental moderado, que es el mayor nivel en el aprendizaje. Además, en el curso hay cuatro niños que tienen problemas de conducta porque han sufrido vulneración de derechos como maltrato y abuso, entonces están siendo intervenidos por otras entidades (externas) de ayuda social y nosotros tenemos que monitorear el comportamiento de ellos en la escuela y la participación de los adultos que se hacen cargo. Esas eran las condiciones generales cuando estábamos en el colegio. Ya era difícil entonces la labor porque hay mucha pega fuera del horario de clases e incluso los fines de semana y el horario de sueño antes de la pandemia y ahora siempre se ha visto trastocado, además de dejar de lado hartas cosas de la vida personal. Pero lo que ahora se está haciendo más difícil es que ahora tenemos que manejar herramientas que antes no usábamos que son tecnológicas, a eso sumarle que la conexión a internet es mala”, relata Benavides, y a eso dice que se le debe sumar que muchos de sus colegas están por jubilar y no saben usar Power Point ni PDF porque no era parte de su sistema.

La docente cuenta en el colegio solo el 35 por ciento tiene conexión a internet. En su curso son 22 niños y solo cinco tienen internet y/o un computador y solo tres tienen la posibilidad de imprimir el material y eso, explica, que ha hecho que el avance sea difícil porque enfatiza que los niños necesitan las clases presenciales; pero dadas las circunstancias, ahora lo que importa es que puedan acceder a los vídeos y audios. Un gran problema, dice, es que la gran mayoría de los apoderados son las abuelitas y los abuelitos de los estudiantes y no tienen celulares con conexión a internet. Tuvo que hacer un grupo de WhatsApp para estar en contacto con los apoderados y saber cómo van avanzando los niños y qué les hace falta: “Si están pasando hambre o frío, si necesitan ayuda social o psicológica para después hacer los contactos con las redes de la escuela y ya hemos hecho dos campañas: una con los profesores y en esa me tocó salir a repartir comida y cosas de abrigo para los alumnos que viven tomas y campamentos; y la otra la hizo el PIE -Proyecto de Integración- que hizo el mismo trabajo y la municipalidad también está entregando alimentos y la verdad es que estamos más concentrados en eso que en el aprendizaje”.  

 

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Rodrigo Purcell es profesor de lenguaje y trabaja en un colegio particular, quien da la entrevista entre que prepara comida para sus hijos y hace clases. Esa es su rutina diaria. Lo primero que dice es que sabe que su situación es “privilegiada” respecto de la gran mayoría de sus colegas. Solo hace clases a terceros medios en el taller literario que pertenece a los nuevos electivos del plan curricular y es profesor jefe de un cuarto medio; además de ser coordinador pedagógico de enseñanza media en donde trabaja. “Es un colegio que tiene un proyecto de educación personalizada, por lo tanto hay inclusión. Tengo alumnos con algunas dificultades o condiciones. Puntualmente, en mi jefatura hay una alumna con Síndrome de Down, tengo otro estudiante que es Asperger y otros pupilos con dificultades de aprendizaje, pero es como en todos los colegios”. Relata que lo que le ha pasado a muchos colegios es que “todo este período ha supuesto un recorrido de mucho aprendizaje y de tomar muchas decisiones y haciendo ajustes”. 

Rodrigo relata que el lunes 16 de marzo hubo una «especie» de consejo de profesores de emergencia para ver cómo manejar esta situación y que a ellos les favoreció el hecho de tener desde hace dos años contrato con la Suite de Google, por lo que -explica- que todos los alumnos de 5to a 8vo básico y todos los profesores tienen correo institucional y están todos integrados en una base de datos, lo que les facilita la comunicación entre los miembros del colegio. 

Cuenta que cuando el Gobierno anunció una cuarentena de dos semanas “uno no podía prever todo lo que iba a venir” con respecto a los próximos meses. La primera medida que tomaron fue oficializar el uso del correo institucional como único canal oficial de comunicación y empezar a darle uso a la plataforma de Classroom que está incorporada con Google Suite y que ellos no usaban porque trabajaban en forma presencial. Pero dadas estas circunstancias, explica que tuvieron que aprender a usarlo rápidamente.

Agrega que a mediados de esa semana él veía imposible volver en dos semanas y que una de las primeras preocupaciones fue la cantidad de material que estaban subiendo porque los primeros días, cuenta, que solo subían material a Clasroom y como estaban empezando no habían tenido tiempo para grabar cápsulas ni saber si  olo subirían material escrito como guías de trabajos o enlaces de vídeos que circulan en internet, “pero rápidamente nos dimos cuenta que eso no estaba generando tanto impacto en los estudiantes porque ellos mismos nos manifestaron que tenían dificultades para aprender con esta modalidad. Por lo que empezamos a analizar las características que tenía que tener ese material de trabajo online. Y una de las primeras cosas que decidimos es que en todas las asignaturas teníamos que subir cápsulas de clases grabadas pero hechas por nosotros, porque queríamos que los estudiantes notaran que hay un vínculo con sus profesores”, relata mientras de fondo se escuchan las voces de sus hijos pequeños.

Purcell dice que comprendieron que mientras más breves sean las cápsulas es mejor para los estudiantes porque si duran más de media hora los alumnos se resienten porque no están acostumbrados a estar frente a una pantalla durante mucho tiempo y que “otro aprendizaje que vino con esto es que si bien esta generación es nativa digital no es alfabetizada digitalmente. Los alumnos se manejan en redes sociales, pueden pasar horas jugando onlíne, pero les cuesta mucho escribir un correo, adjuntar un archivo o trabajar en Drive, cosas más formales y/o más funcionales les cuesta muchísimo”.   

Purcell cuenta que el principal foco de preocupación es la salud mental de sus estudiantes, les hizo darse cuenta que esta modalidad de trabajo les estaba causando mucho estrés, bastante, porque no se estaban organizando bien en cuanto a un sistema, que es importante para adquirir los aprendizajes en línea y por eso ellos decidieron hacer una acotación significante de los contenidos mucho antes de que saliera la priorización curricular del Ministerio de Educación.

Es un día de mayo y Patricio Ugarte, profesor de biología, está sentado en el living de su casa. Atrás de él una pared blanca, un cuadro con flores, una lámpara larga y una pizarra que cubre la mitad de su muro y llega hasta el suelo. Agrega que él se compró una pizarra chica pero no le sirve y es por eso que el colegio le envío otra -las típicas blancas que se usan con plumón- y cuenta que “parte de la pizarra la tapa el sofá, es súper grande». 

«Estas semanas han sido agotadoras, me quiero morir ajajajjaa, me canso más que con las clases presenciales», dice Ugarte. «Cuando uno revisa los trabajos de los alumnos, uno tiene la rúbrica al lado y pa pa pa pa… pero ahora hay que hacer el Feedback uno por uno y es terrible», dice entre risas. 

“En el colegio estamos organizados por niveles: yo le hago clases a todos los cuartos medios y en total son como cincuenta y algo estudiantes con los dos cursos. Mi jefatura es el cuarto B y son 21 y el otro creo que son 25, una cosa así. En el colegio los cursos no son numerosos porque es un colegio particular en la comuna de El Bosque».

Esto, asegura Ugarte, «ha sido un caos, pero no es algo que me haya costado, no es que diga ‘estoy totalmente sobrepasado’, para nada, porque yo soy bastante tecnológico, entonces para mí no es tanto problema. Pero sí tengo colegas  que están mal con este tema y son los más viejitos, pero no me he visto tan afectado».  Además,  cuenta que «uso un montón de plataformas web con los chiquillos, de hecho para hacer los electivos tengo una carpeta Dropbox donde subo todo el material para que ellos lo tengan disponible. Sin embargo, hasta el año pasado yo los hacía hacer varios trabajos a mano, salvo los cuartos medios que deben hacer un informe que es digital. Pero si veo que han copiado algo literal de una página en corrección de cambios les pongo ‘copiado de…’ y no tienen cómo alegar conmigo, en general yo uso harto la tecnología». Agrega que un problema que ha tenido como docente es que los alumnos son nativos de redes sociales, pero no saben trabajar con herramientas como las que tiene Google

 

Alto Estrés 

El Ministerio de Educación tuvo que rehacer el curricular escolar para dar prioridad a los objetivos más importantes de cada asignatura debido a que la pandemia afectó las clases presenciales, contrayéndose también las semanas lectivas. Dentro de este nuevo marco están definidos los objetivos de aprendizaje para cada nivel escolar. La idea de este sistema, según la página del Mineduc, es que se cumpla a cabalidad dentro de lo posible, dado que no hay una certeza del tiempo en el que podrá desarrollar el año escolar y es por esto la flexibilidad en el plan de estudios y los procesos de evaluación.

Valentina Morales es una profesora diferencial de Concepción, el colegio donde trabaja le queda cerca de su casa, hasta antes de la pandemia se iba caminando al establecimiento y ahora dice que los jefes llaman a los profesores que viven más cerca de la escuela para los turnos éticos y para entregar las canastas Junaeb (Juna Nacional de Auxilio Escolar y Becas) para así evitar que otros colegas deban desplazarse en transporte público. Esto dice que genera “otro tipo de trabajo y un poco de riesgo”. Lo bueno de esto, agrega, es que se levanta más tarde, puede comer en sus horarios con tranquilidad y que está mucho más abrigada que en el colegio, aun cuando este cuenta con calefacción.

Valentina trabaja en un colegio subvencionado católico de varones; lo que hace, cuenta, es apoyar a los profesores de matemáticas y lenguaje y para ello realiza actividades para los estudiantes que tienen necesidades especiales. En la plataforma en que trabajan sube las carpetas para estos alumnos, algunos tienen autismo y otros discapacidad motora, son cinco y debe tener una carpeta para cada uno y va subiendo el material semanalmente. Además de hacer estas actividades trabaja una vez a la semana con los profesores de matemáticas y lenguaje y debe participar en las clases virtuales de ellos a través de Google Meet. Explica que esto también le resta tiempo porque debe estar en seis clases y esto es “agotador”, dice Morales el último viernes de mayo en la noche. 

Con respecto al aumento del trabajo con el nuevo sistema laboral desde la casa, Morales dice que: “Empezamos con este tema de plataforma desde la segunda semana de cuarentena en marzo. Y desde esa fecha hasta hoy me ha  costado mucho organizarme porque los lunes ya tengo que tener la actividad de mis cinco alumnos en plataforma a las 11 de la mañana y yo no trabajo sábado ni domingo nunca, de los siete años que llevo trabajando, a menos que esté muy atrasada, pero intento siempre separar la casa de mi trabajo. Entonces yo trato de dejar el viernes las actividades listas para el día lunes, pero también tengo que subir mi actividad de lenguaje y matemática los jueves y los viernes, por lo que el lunes empiezo a trabajar en las actividades que tengo que preparar para lenguaje y matemática de los tres cursos, o sea, seis actividades y entonces siento que no me he podido organizar con el horario, y soy soltera, sin hijos, entonces esto siento que me absorbe mucho más porque siento en mi cabeza que no puedo tener un momento de relajo porque no tengo nada más que hacer que trabajar”. Por ahora, cuenta Valentina, que están trabajando con los objetivos de priorización que entregó el Gobierno para que cuando vuelvan a las clases presenciales no deban profundizar en otros contenidos que no serán relevantes los próximos años.

 

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El psicólogo Manuel Navarro explica que esto (la pandemia) es algo accidental y que por lo tanto no es algo que hubiera estado previsto: “esto es un quiebre emocional en toda la sociedad y en todo el mundo y que genera un gran estrés porque nadie estaba preparado para esta situación y no hay protocolo para actuar porque no hay en qué basarse y a todos nos ha ocurrido que vamos aprendiendo sobre la marcha”.

Navarro explica que el estrés depende de las profesiones en general y en particular con los profesores varía según el tipo de colegio. “Por ejemplo, mi esposa trabaja en un colegio privado y el estrés que hay ahí es alto porque. Si bien el colegio les creó una cuenta en Zoom y los está capacitando, hay muchos papás que no quieren pagar la misma cantidad de dinero porque sus hijos no están yendo a clases de manera presencial, entonces cuando hacen reunión de profesores sienten esta responsabilidad, que no es de ellos, y la exigencia es mucha porque los padres están tan estresados, que se están fijando si los papers tienen comas y tildes. En el fondo están haciendo un juicio crítico sobre el estilo de enseñanza que tiene el profesor y se ven sobre expuestos lo que genera un tremendo desgaste porque hace que tengan un auto monitoreo constante de sus conductas, y a esto hay que sumarle el estrés que está viviendo la sociedad en general debido a la incertidumbre sobre el futuro”.  

 

Problemas de conexión 

Pablina Zagaglioni es profesora de Biología y ciencias Naturales y hace clases en un Liceo Técnico de Algarrobo a primeros y segundos medios, ella vive en El Quisco. Cuenta que ha sido una muy buena experiencia y ahora, relata, que están haciendo trabajando en línea, comenzaron enviando guías por Facebook a los estudiantes y después armó grupos de WhatsApp: uno con sus apoderados y otro con los alumnos de primero y segundo medio. Añade que también hace clases de Ciencias Naturales en los tres ejes en un vespertino para adultos jóvenes: biología, física y química. Dice que con ellos “también estamos trabajando a través de Classroom, lo que nos ha permitido acercarnos un poquito más. El único problema es que no todos tienen acceso a internet, ya que muchos viven en zonas rurales y no siempre tienen computador”, expresa Zagaglioni.

Otro problema que expresa Zagaglioni, al igual que la mayoría de los profesores que han sido entrevistados para este reportaje, es que los alumnos no son nativos digitales, sino que nativos de las redes sociales y que “se manejan con el celular, no así con el computador. Muchos ni siquiera ocupan Facebook porque no les gusta y hay que escribir mucho y les cuesta bajar archivos y cosas por el estilo. Ahora junto con nosotros han tenido que ir aprendiendo”. Asegura que la modalidad teletrabajo es mucho más fácil “porque les preparo una guía o les digo que se lean tal página del libro. A algunos chiquillos les ha servido porque pueden estar más concentrados al usar audífonos si hablamos de contenido, pero hay cosas que van más allá de entregar el contenido».  Afirma que ha tenido que cambiar su forma de entregar contenido haciendo esquemas, dibujos con colores, juegos, actividades más lúdicas y que involucren a las personas con quienes viven para que puedan investigar y que los alumnos recurran a su creatividad. Asimismo, dice que los pupilos han respondido bien a los estímulos: hacen vídeos, le envían notas y correos. “Me responden por WhatsApp, Messenger o correo”, dice con voz muy satisfecha respecto de la respuesta que ha tenido por parte de los estudiantes. Cuenta que le ha tocado ir tres veces a entregar cajas Junaeb por ser profesora jefa y que para esto se designa un horario y hay que entregar los alimentos a todos los apoderados que reciben el beneficio y no sólo a su curso. 

El ministro de educación Raúl Figueroa en entrevista con CNN Chile dijo que hay que transmitirle a las familias que lo importante es «cuidarnos lo más posible» para controlar la pandemia y también lo relevante que es desde el punto de vista sanitario apenas sea posible hacerlo, retornar a las clases presenciales «porque son precisamente las clases presenciales la mejor manera de evitar los aspectos negativos que como consecuencia de la pandemia se pueden instalar en el sistema educacional. No solo en Chile, sino que en el mundo. La evidencia ha sido muy clara en señalar que la suspensión prolongada de clases genera. Por un lado, una profundización de las brechas de aprendizaje afectando a los sectores más vulnerables, precisamente esos sectores que hoy no tienen conectividad a internet, que tienen mayores dificultades para mantener una educación a distancia. Y por lo tanto, si queremos, como lo ha señalado el alcalde (de Estación Central) Delgado, hacernos cargo de que los sectores más vulnerables no solo sean víctimas de las consecuencias económicas de la pandemia, sino que, además, no sean víctimas de una crisis educativa que podría generarse. Lo que tenemos que hacer es generar con mucha responsabilidad, tranquilidad condiciones adecuadas para volver a clases en la medida en que sanitariamente sea posible. Estamos a siete meses de que termine formalmente el año escolar, con esa anticipación pretender darlo por terminado a mi juicio es derechamente un error y da una señal equívoca a la ciudadanía”.

“Cuando empezó la pandemía estábamos en la sala de profes, en la segunda semana de marzo, y había rumores de que había llegado el Coronavirus a Concón y estábamos tomando desayuno y hacía frío, y todos decíamos ‘oh, qué rico, dos semanitas que vamos a tener de descanso’, y ahora en realidad lo vemos y nadie le tomó el peso a lo que está pasando ahora», cuenta Natialia Ahumada, profesora de educación básica de lenguaje y tecnología y tiene la jefatura de un cuarto básico. Ella trabaja en un colegio particular subvencionado en Concón y dice que tiene un bajo índice de vulnerablidad, pero que en el establecimiento no había una red de enlace y que esto fue complejo porque antes de la pandemía «nadie se había preocupado de saber  si es que todos los niños tenían acceso a Internet”.

Ahumada está en una sala de su casa, comienza la entrevista mediante videoconferencia, luego de un rato se oye el llanto o el grito de una de niña tres años, es su hija. Natalia pide las excusas del caso. Cuenta que es madre soltera y que vive con su hija y con su hermana de 14 años. Debe dividir su tiempo para hacer su trabajo, ver a su hija, contener a su hermana y hacer las cosas de la casa. “El otro día me salté el almuerzo y hoy también, antes de la entrevista me tomé una leche caliente y después de esto tengo que atender a mi hija”, relata Natalia. Agrega que el asunto del tiempo y el sueño ha sido complicado y que a veces recibe correos a las 3 de la mañana con las tareas de sus alumnos.“Esto nos pilló desprevenidos a todos. Nadie, yo creo, que jamás en la vida se imaginó que íbamos a tener que llegar a hacer clases de esta forma. Hemos tenido que aprender rápidamente a subsanar el vacío que puede quedar en el aprendizaje, somos contenedores emocionales con los alumnos aún en la distancia, tenemos que hacer un millón de cosas en nuestras casas también, tenemos que seguir adaptándonos a las exigencias de ahora porque es mayor”, expresa Ahumada.

Son las 8 de la noche del primer miércoles de junio y Francisco Quintana, publicista y pedagogo da la entrevista mediante vídeo conferencia. Cuenta que hace clases en un colegió que está al frente de la población La Victoria. Quintana dice que uno de los grandes problemas es que ni los estudiantes ni los profesores han logrado organizar el tiempo porque la crisis sanitaria los pilló de sorpresa. Él hace clases en dos cursos lo que le suman 33 ó 34 alumnos según sus cálculos. “Son cursos muy pequeños en un colegio muy, muy vulnerable, que es una fundación y legalmente subvencionado, pero no hay ningún copago. En marzo les llegan los cuadernos a los estudiantes, a ese nivel, tenemos Junaeb en el casino con desayuno y almuerzo. El 60 por ciento de mis apoderados o han estado presos o siguen en las mismas condiciones por tráfico, asaltos, etcétera. Y la gran mayoría son empleadas domésticas, jardineros o tienen un carrito de sopaipillas en la esquina, venden empanadas en los parques. Esos son mis apoderados”.

Quintana dice que en tiempos normales sus alumnos cumplen con todos los deberes escolares porque van a ser quizás los primeros en su familia con un título técnico y que con eso podrán ayudar a sus padres. El problema, explica, es que la gran mayoría de sus pupilos no tienen internet, a eso agrega que se hizo un canal en Youtube para subir los vídeos, trabaja con Google Drive y se comunica por WhatsApp  con su curso y que al igual que muchos docentes le toca ir a los turnos éticos en los cuales envían guías de trabajos y material enviado por el Ministerio de Educación y junto con eso entregar canastas Junaeb. 

 

Ilustración: Camila Monardes