Jimmy Van Alen y la propuesta que cambió el tenis

En plena pandemia han regresado varias actividades, entre ellas el tenis que retomó su tour mundial en todas sus categorías. La gira avanza por Europa con la temporada de arcilla que culminará con el Grand Slam de Roland Garros, el torneo parisino que pretende emular el éxito que tuvo su par neoyorkino del US Open.

El deporte blanco es conocido por ser una actividad sin límite de tiempo, en el cual se pueden ver partidos con una duración de menos de una hora hasta cuatro, cinco, seis… Incluso once horas, que es el record mundial. Sin embargo y gracias a un personaje en particular, el tenis pudo profesionalizare y acortar –en algo- sus tiempos para un mayor espectáculo hacia los asistentes.

Tanto así que días después de su fallecimiento, el jugador sueco Stefan Edberg declaró tras perder en la maratónica semifinal de Wimbledon 1991 ante el germano Michael Stitich por 6–4, 6–7(5–7), 6–7(5–7), 6–7(2–7)  que “si él no hubiera vivido, Michael y yo aun seguiríamos jugando”.

En esta nota repasamos el legado que dejó un aristócrata y fanático del tenis que cambió para siempre la historia de ese deporte y que hasta nuestro días mantiene esa estructura de desempate.

 

La pasión hecha carrera

James Henry Van Alen II nació el 19 de septiembre de 1902 en Newport, Rhode Island, Estados Unidos. Miembro de una de las familias más adineradas del sector, Jimmy fue un hombre versátil: aparte de aristócrata ejerció como músico, poeta, líder cívico y, por supuesto, con dos actividades que lo ayudarían a cambiar el deporte: coleccionista y tenista.

Fue un destacado exponente del lown-tennis en la Universidad de Cambridge y en Real Tennis en la década de los 20, siendo campeón nacional en singles y dobles, participando sin mucho éxito en los Grand Slams de Roland Garros, Wimbledon y US Open, ganando apenas dos duelos.

Sus influencias, su vasta colección de raquetas y la membresía con el Casino de Newport hicieron que Van Alen negociara con la Asociación de Lawn Tenis de Estados Unidos (USLTA) para donar el edificio del casino en 1954 para la creación del Salón de la Fama del Tenis, museo que aceptaba solo a jugadores estadounidenses pero que en 1975 empezó a sumar a tenistas del mundo, siendo el británico Fred Perry el primero en ingresar. Esta donación fue solo el inicio de su contribución al deporte.

 

La propuesta

Ese mismo año se disputaba el US Open en los alrededores del casino. Los cambios que venían en el tenis con las transmisiones televisivas, la incorporación de pelotas amarillas y vestimenta de colores para los jugadores; sumado a su desesperación por ver el partido estelar de dobles donde participaban Lew Hoad y Ken Rosewall tras la maratónica victoria de Ham Richarson ante Straight Clarke por 6-3, 9-7, 12-14, 6-8 y 10-8, motivó al “dueño de casa” a poner algo de orden al juego.

Tuvieron que pasar once años para que la idea viera la luz y así acortar las jornadas largas de tenis para el disfrute de los espectadores: el Van Alen Streamlined Scoring System (VASSS), un sistema en que se eliminaba las puntuaciones de 15, 30, 40 e iguales por uno de 1 a 4 para ganar un juego. El primero en llegar a 31 ganaba el set y si se igualaba a 30 se jugarían otros 8 con diferencia de dos puntos. Nacía la Muerte Súbita.

Esta idea revolucionaria no obtuvo la aprobación en las organizaciones de tenis, por lo cual el “Bolchevique de Newport” –como fue tratado- creó un torneo de exhibición con un premio de 10.000 dólares a repartir. Rod Laver, uno de los mejores jugadores de ese entonces y ganador del torneo, aprobó el nuevo sistema, al igual que Bill Talbert, director del US Open quien mostró interés en aplicarlo al major estadounidense pero con un formato mejorado.

 

Su modificación final

El “sistema de 31” no llegó en su totalidad pero sí con su base a las grandes ligas en 1970, con algo similar a lo que conocemos hoy: un desempate en 6 iguales al mejor de 8 puntos. En un comienzo el público no entendía el nuevo sistema y las críticas no se dejaron esperar por parte de los tenistas. “Los jugadores no compran entradas”, fue la tajante respuesta de Talbert.

Laver nuevamente aprobó la idea y el público entendió que el sistema le daba tensión y emoción a los partidos. El torneo techado de Filadelfia dio la forma final a lo que hoy conocemos como Tie-breaker.

Jimmy introdujo además los marcadores electrónicos e iluminación artificial para las sesiones nocturnas, también fue un estudioso de otros deportes como el béisbol, proponiendo ideas para controlar el tiempo. Sin embargo y al igual que en su momento con “la 31”, sus proyectos fueron desechados.

Tras varios intentos, Van Alen pudo ver en vida su creación hasta el 3 de julio de 1991, fecha de su fallecimiento tras golpearse la cabeza post accidente casero y que dos días de su deceso el mencionado Edberg lo homenajeó con las declaraciones descritas al inicio de esta nota.

 

Foto: La Vanguardia