Anita Lizana, la pionera del tenis latinoamericano en el US Open

Estamos en la recta final del último Grand Slam del año y por supuesto es época de recordar lo que ha sido hasta hoy la mejor actuación de una tenista nacional, tanto en categoría masculina como femenina, en un major del deporte blanco.

Hablamos de la participación de Anita Lizana en el por entonces campeonato de Forest Hills de 1937, alcanzando un desempeño perfecto que sigue siendo recordado en las páginas doradas del tenis chileno.

Pero el comienzo no fue fácil para la “Ratita”, quien ante la falta de recursos económicos estuvo a punto de no continuar su carrera. Finalmente el Club de Tenis de Quinta Normal, lugar de origen de Anita, consiguió recaudar 120 mil dólares para que la entonces adolescente progresara en Europa y Estados Unidos.

Y ese progreso se vio en el Abierto de los Estados Unidos donde fue una de las 12 participantes extranjeras de 64 presentes en el cuadro principal, además de ser la única hispanoamericana en un deporte donde aun no alcanzaba el profesionalismo.

 

Campaña de ensueño

 

Primeras rondas que fueron fáciles para la raqueta nacional, eliminado a Virginia Rice Johnson (6-1 y 6.4), Elizabeth Blackman (6-3 y 6-1), Carolin Babcock (6-4 y 6-2) y Marjorie Van Ryn por doble 6-1; sacando del camino a dos de las ocho cabezas de series para clasificar a semifinales.

Dodo Bundy fue la última rival antes de acceder a la gran final, derrotándola por 6-2 y 6-3. El último paso era enfrentarse a la favorita de la prensa especializada, la polaca Jadwiga Jedrzejowska. Catorce mil espectadores fueron testigos de la gran sorpresa en el marcador: 6-4 y 6-2 para la futura número 1 del mundo quien cayó desmayada por el calor y los nervios del partido.

 

 

Un campaña perfecta para Anita, sin ceder ningún set, perdiendo solo 27 juegos y derrotando a las favoritas del certamen (cinco estadounidenses y una polaca), todo eso ocurrido un 11 de septiembre de 1937 en donde se conmemora un hecho que, al menos para esa fecha, es realmente digno de celebrar.

 

Foto: La Vanguardia