Adidas y su (casi) digno regreso a La Roja

Octubre siempre es un mes especial para nuestro país, no solo por la confirmación de la primavera, sino además por los últimos trámites que se vienen para lo que queda de temporada.

Novedades que vienen con las buenas nuevas a la Selección Chilena y que, tras 27 años, vuelve una relación que ha sido de dulce y agraz pero que quiere tratar de desvanecer el mal momento del equipo rumbo a Catar 2022.

La semana pasada se confirmó la vuelta de la firma alemana Adidas, compañía que retornó a La Roja con bombos y platillos en unas camisetas que, sinceramente, superó las expectativas: clásicas pero sobrias a la vez. Y con botones en la indumentaria titular, en un rojo que cubre todo el manto con un contrastante azul que remarca el cuello. Obviamente con las características tres líneas blancas que recorren los hombros.

Los rumores decían que Chile tendría un contrato como equipo de “segunda categoría”, es decir, diseños genéricos y básicos que solo se diferenciaría del resto con la incorporación del escudo de la federación. Nos equivocamos: serán diseños exclusivos, como lo dicta la histórica relación intermitente que lo puedes ver aquí.

Sin embargo, no todo puede ser brillante en esta vuelta. No todo puede ser tan triunfal. Y no estamos halando del nefasto desempeño futbolístico de la Selección. Uno de sus lemas más icónicos es “nada es imposible”, y al parecer la multinacional teutona lo está logrando con una estrategia de marketing que ha sido bien cuestionada.

Es normal que para activar campañas, las compañías recurran a deportistas y a atletas de alto rendimiento para promocionar productos y/o servicios, tendencia que comenzó la estadounidense Nike en las décadas de los 70 y 80. Lo que comenzó como una técnica desesperada para recuperar activos terminó siendo la base de lo que hoy se conocer como marketing deportivo.

Cosas del estilo capitalista gringo, Adidas quiso ir más allá y ya no solo convoca a atletas para sus activaciones on y off line, sino también con personajes como periodistas e influencers que, a menos que tengan un record desconocido en alguna disciplina, poco y nada tienen que ver con el deporte en sí. 

Personajes principalmente ligados a un grupo socioeconómico alto que son los que manejan prácticamente todo en nuestro país y quizás por eso -volviendo a hacer alusión al neoliberalismo- se explica su presencia, porque de lo contrario no se entiende qué hace una comunicadora “referente del fútbol femenino” portando la nueva camiseta y siendo una de las primeras personas en estrenar el modelo. O por qué un comediante que da más vergüenza ajena que risa tiene del “derecho” a entrar al hotel de concentración del equipo para “amenizar” la jornada de los jugadores. Sí, al parecer Gary Medel tuvo que haberle golpeado un poco más fuerte.

Las redes sociales también han sido el caldo de cultivo de este fenómeno, y en parte nosotros como consumidores de contenidos somos los culpables de levantar a estos personajes que, nos guste o no, también manchan el deporte, la moda y lo que pudo haber sido –sacando lo futbolístico- un retorno triunfal de una marca que ha calado en los corazones de muchos por los diseños, la calidad y, precisamente, por las campañas publicitarias.

Compañía que será hasta 2026 -a menos que se diga lo contrario- la indumentaria oficial de todas las selecciones nacionales de fútbol, noticia que se tomó con orgullo pero que, gracias a la displicencia de algunos y al igual que con la misma Roja de Todos, están ensuciando el regreso que se pedía a gritos. Inicio turbulento, que no sea esa la tónica del camino que divida a las “tres líneas”.

 

Foto: Adidas Chile