Por: José Ángel@poetadelrelato

Hace más de cien años se desarrolló la Primera Guerra Mundial, gran conflicto bélico que cobró millones de vidas, que se desarrolló en Europa y que duró poco más de 4 años (julio de 1914 a noviembre de 1918).

Las balas, sangre y decesos eran parte del día a día de los soldados europeos. Estamos en la península de Galípoli, costa de Turquía. ¿Cuándo? Agosto de 1915.

Las fuerzas británicas y francesas llevaban cinco meses intentando apoderarse de una zona estratégica de importancia entre el Mar Negro y Mediterráneo. Se elaboró un plan, uno que resultara en un asalto efectivo que pudiera de una vez por todas contrarrestar la resistencia de las fuerzas alemanas y turcas en el lugar (que cobró finalmente 46.000 vidas para los aliados). A esta operación se le conoció como la Campaña de los Dardanelos.

Al mediodía del 21 de agosto, raudamente el quinto batallón de Norfolk (más de 250 efectivos) fue a socorrer al CUANZ (Comando Unido de Australia y Nueva Zelandia) que intentaba tomar la colina 60. Las fuerzas intentaron aprovechar las buenas condiciones del tiempo (sol brillante y cielos despejados). Era el momento perfecto.

Al cruzar el lecho de un rio, los soldados británicos se encontraron con una densa e inusual nube que los «persiguió» y bajó hasta el sector en el que estaban por caminar. Sin titubear, poco a poco se fueron adentrando los hombres a la vista de tres soldados neozelandeses que se encontraban en una zona alta y tuvieron lugar de privilegio para ver todo lo que estaba aconteciendo.

El brillo del sol era reflejado en la nube, no se podía distinguir nada más allá de la bruma, la cual se mantuvo durante poco más de 15 minutos posterior a que se perdiera de vista el último militar de forma inmóvil y negándose a ser llevada por el viento reinante en el lugar (de 8 kms. por hora).

Los representantes de Nueva Zelanda entre disparos y esquives de fuego enemigo atestiguaron cómo la nube de algo más de 250 metros de longitud, poco a poco se elevó para reunirse con otras algo más pequeñas de forma esférica perfecta, desapareciendo el grupo de nubes hacia una dirección contraria al viento. Una vez que todo este fenómeno ocurrió, vino la sorpresa: el batallón no se encontraba en el lugar ni en las inmediaciones. Simplemente desapareció sin dejar rastro.

El hecho quedó como una anécdota de la época; pero posteriormente las fuerzas otomanas negaron haber tenido algún enfrentamiento con el batallón.

Si bien es cierto, que se recuperaron 122 cuerpos que hipotéticamente corresponden a aquellos soldados, cabe destacar que el estado de ellos era más que deplorable, como si hubieran caído de algún precipicio o una altura bastante considerable. Algo que claramente no se condice con el lugar en que fueron encontrados los supuestos restos del batallón.

 

 

 

 

Imagen: SLR Lounge