La antesala

Son las 6 de la mañana del 21 de mayo en la península de Arauco, región del Bío Bío… con el amanecer aún por venir, la mayoría de las personas duerme como era costumbre los sábados. Las lluvias que habían azotado la zona durante las jornadas previas con un registro de 12 mm. durante el 17 de mayo y un «peak» de 24.7 mm. durante el día 15 ya eran historia.

Era 1960, el primer Festival de la Canción de Viña del Mar nos había entregado como ganadores a José Goles (conocido artísticamente como Tancredo) y Manuel Lira con su canción Viña.

El premio en aquella ocasión fue una lira de oro y 500 escudos para los artistas en un certamen en el que a diferencia de la actualidad, era una competencia de compositores, ya que todas canciones fueron interpretadas por Mario del Monte.

La sonda Pioneer 5 había sido lanzada con éxito desde Cabo Cañaveral a mediados de marzo del mismo año con destino el sol para realizar estudios sobre el espacio interplanetario. El 3 de mayo, en Países Bajos, más específicamente Ámsterdam, la casa de Ana Frank fue abierta al público.

Con estos acontecimientos durante el año, las familias de Concepción y alrededores no se imaginaban lo que ocurriría aquel día y un par de minutos después de comenzado este relato…

Por: José Ángel@poetadelrelato

06:02 am

Sin mayores avisos la tierra se comenzó a sacudir en gran parte del sur de Chile, haciendo que las personas tuvieran un despertar inesperado. Durante 35 segundos un movimiento telúrico de 7,75 grados en la Escala de Richter dejó prácticamente en el suelo a Concepción, Lebu, Talcahuano, Chillán y Angol.

Tanto familias como edificaciones empezaron a colapsar, las cornisas de las casas y otras construcciones se desplomaron, algunos hogares no aguantaron y quedaron reducidos a escombros. Los incendios tampoco se hicieron esperar… la desesperación y angustia se hizo parte del día de los habitantes de la zona.

Sin saber aún nada más allá de lo vivido, la gente tenía algo bastante claro: era una catástrofe, un terremoto de proporciones.

En la zona penquista hubo 120 víctimas fatales. Como pudieron, los supervivientes buscaron caminar y salvarse de posibles réplicas o eventuales derrumbes, contemplando así los vestigios del desastre…

Con el transcurso de los pasos, los ciudadanos de la capital de la provincia de Concepción vieron como en las calles Maipú, Freire, Los Carrera y Colo Colo las casas más antiguas no resistieron y se desplomaron.

06:33 am

Un nuevo movimiento de características similares con epicentro en el Parque Nacional de Nahuelbuta en la Región de la Araucanía inició, sacudiendo la zona una vez más y «echando abajo» las estructuras que «a duras penas» habían resistido el primer terremoto.

A pesar de todo, no hubo víctimas fatales… la mayoría de las personas habían evacuado sus residencias por miedo a los derrumbes.

Los que llegaron al Puente Viejo se dieron cuenta de la verdadera magnitud de lo sucedido, la estructura que conectaba la ciudad y San Pedro de La Paz se había partido y caído en tres partes.

Y sólo era el amanecer

Los servicios de luz y agua fueron cortados, la gente que quedó sin hogar permaneció a la intemperie y sin mucho que hacer, nadie era capaz de ver una solución durante los primeros minutos posteriores. El paisaje era desolador y, además de lo mencionado antes, las calles poseían gigantescas grietas.

En un instinto de sobrevivencia y por el temor a las réplicas por venir, las personas evacuaron las zonas siniestradas.

El reloj de Chile continental parecía ir más lento o más rápido según la pérdida sufrida por cada familia; pero esto no evitó que llegara la luz del día. Y con ello, las «postales»…

Las comunicaciones estaban interrumpidas, era imposible conectar Santiago con el sur del país. El periodista Enrique Folch fue quien dio mayores detalles sobre la situación a través de Radio del Pacífico gracias a que captó a varios radioaficionados en la zona, quienes daban a conocer la gravedad brutal del desastre.

Las horas pasaron, y las medidas no se hicieron esperar

Las réplicas eran constantes, el presidente de la república Jorge Alessandri Rodríguez declinó raudamente hacer la cuenta pública ante el Congreso Nacional y suspendió las actividades de honor a las Glorias Navales. Entre 5 y 6 grados en la escala de Ritcher oscilaban los sismos posteriores a los grandes «sacudones», lo que conllevó a ruptura de cañerías de agua potable.

Se realizó una cadena de solidaridad e información en el país, las horas se hacían eternas conforme llegaba la noche; pero el ambiente a pesar de todo iba pasando a una cierta calma… aunque la lluvia volvió a la zona, quitando clemencia a la situación.

El sol abandonó el territorio y la noche condujo a una suerte de vigilia por parte de la mayoría de las personas de la Región del Bío Bío.

No pasó nada más allá de algunas réplicas. Tras aquel devastador día, las personas en el sur del país pudieron tratar de descansar.

La noche llegó, poco a poco los ojos se fueron cerrando en los que pudieron buscar descansar, los sueños nocturnos aumentaron, y nadie podía imaginar lo que estaba por acontecer al día siguiente.

 

Imagen: Pinterest