El viajero

Es el año 2006, aniversario 250 del nacimiento de Mozart, la gripe aviar cobró a su primera víctima fatal en Turquía, la sonda estadounidense New Horizons fue lanzada con rumbo a Plutón y también año de los Juegos Olímpicos de Invierno en Turín. En Ucrania, las cosas no eran tan calmas, ya que el parlamento había destituido su gobierno como represalia por el acuerdo de gas que había firmado con Rusia.

Justamente es en Kiev, capital del país europeo, donde se desarrolla esta historia…

Por: José Ángel@poetadelrelato

 

Es el domingo 23 de abril de ese año, en las calles se ve a un hombre joven (de no más de 25 años) vestido de manera «poco convencional» y con una desorientación aparente. La policía que circulaba por el sector se acercó raudamente a ver al extraño, quien consulta reiteradas veces por una calle que no existía. La fuerza pública no dudo en pedir su documentación, siendo aquí cuando un frío recorrió sus espaldas.

Sergei Panamarenko se leía en su identificación, la cuál databa de la década del 50 y además había sido emitida por la Unión Soviética. Fecha de nacimiento: 16 de junio de 1932.

La estupefacción se apoderó de los agentes de la ley, quienes al no encontrar explicación decidieron trasladar al sujeto que ahora estaba más desorientado que antes. Fue tratado como un desquiciado a pesar de que la documentación parecía auténtica; así que sin más, fue detenido.

Lo llevaron a un hospital psiquiátrico para evaluar su salud mental, todo a cargo del psiquiatra Pablo Kutrikov, un doctor destacado del país.

El especialista grabó todas las conversaciones con el joven, quien de manera rauda preguntó cómo, cuándo y dónde estaba. El rostro de Panamarenko se desfiguró al escuchar la respuesta, pues afirmaba venir de la década del 50.

Sergei fue conciso en la historia que le contó a Kutrikov, a pesar de que al comienzo estaba nervioso y desorientado de la ambientación del cuarto en que se encontraba. Sólo era la típica consulta de psicólogo, con una mesa, una silla para el especialista, un sillón, varios cuadros, muebles y un par de relojes junto a algunas plantas de interior.

Lo último que recordaba era estar en un día miércoles 23 de abril de 1958, agregando que se sentía preocupado por la situación. Cuando se le preguntaron detalles sobre él mismo, reiteró su nombre, añadiendo que había nacido en Kiev el 16 de junio de 1932. Se le dijo que no parecía tener más de 30 años, a lo que confirmó que su edad era de 25.

Al empezar a saber su historia, supieron que el día estaba soleado y hermoso, por lo que había decidido salir a dar un paseo por la ciudad junto con su prometida. Tomó su cámara de fotos y al poco andar, vio un objeto extraño en el cielo, con forma de campana. Lo describió como «muy raro» y que por si fuera poco, volaba de manera singular. No encontró mayores palabras a lo que sus ojos estaban observando en ese momento, por lo que sin agregar más, le dijo al psiquiatra que mejor revelaran las imágenes en su cámara y tal vez podrían llegar a una explicación.

 

Realizar esta acción no fue sencillo: el estilo de revelado requerido se había descontinuado (junto con el tipo de película) hace más de 30 años, por lo que una vez más, hacía falta alguien especializado: Vadim Poizner. El experto en fotografía se sorprendió por la condición del rollo fotográfico, pues estaba en perfecto estado.

Al tener las fotografías reveladas, todo fue sorpresa, pues, estaba Sergei Panamarenko con la misma vestimenta con la que fue encontrado pero por las calles de Kiev en los años 50, los edificios así lo evidenciaban, además de estar acompañado en una de las imágenes con quien iba a ser su futura esposa; pero más aún, una fotografía inquietante de un edificio en que claramente se ve un objeto volador no identificado. Cabe agregar, que durante los días que demoró el proceso, el ya confirmado viajero del tiempo se mantuvo recluido en el hospital psiquiátrico.

Cuando las imágenes fueron despachadas a la policía y entregadas a Pablo Kutrikov, decidió verlas junto al joven quien preguntó si él lo consideraba «loco», a lo que el psiquiatra respondió con un rotundo «no». Aunque ahora se encontraba más desconcertado y que necesitaría su ayuda para resolver ciertos «detalles».

 

Sergei reiteró que lo único que quería era volver… pero el doctor tomó la foto del platillo volador y se la entregó diciendo que esa imagen le interesaba. Panamarenko le respondió diciendo que si ahora le creía que estaba diciendo la verdad, pero que a pesar de ello, no podía entender ni explicar qué era ese objeto que pudo capturar en la última fotografía correspondiente al rollo que por lo demás no estaba usado a cabalidad.

Complementó que una vez que atrapó el momento, bajó la cámara, se aseguró de que todo estuviera en «orden» y al levantar sus ojos ya no reconocía el lugar. Había llegado al (por ese entonces) presente.

Culminaron aquella sesión para no seguir estresando al joven, quien fue al que ahora era su cuarto. Con ventanas pequeñas, estas con protecciones externas metálicas, gruesas y firmes, más una cama blanca.

En la cabeza del doctor Kutrikov no había margen a dudas… de alguna manera, tras hacer la fotografía aquel soleado día de 1958, cayó en un agujero de gusano que lo llevó hasta el año 2006. El problema era que, no existía manera de hacer que volviera «a casa».

Al día siguiente (26 de abril), Sergei no salió de su habitación para una nueva sesión con Pablo Kutrikov, por lo que tuvieron que ir por él hasta su «dormitorio». Pero la sorpresa fue aún más grande que su propia historia y la imagen misma por la que se le consultó, ya que simplemente, desapareció.

Las cámaras de seguridad captaron el momento en que el joven ingresó a la habitación como en todos los días anteriores y tras ello, no hubo más movimiento cercano que la llegada del personal y un policía a la puerta para intentar encontrarlo. Era imposible salir, ya que hay que agregar que como buen hospital psiquiátrico, las entradas y salidas se encuentran vigiladas durante las 24 horas del día.

Pero esto aún no termina, pues ante la incertidumbre de lo acontecido, siguieron los pasos de Sergei en el pasado (a través de documentos, claramente). Aquí confirmaron que durante la era de la URSS si «se esfumó» alguien con su nombre en el año de 1958, el cuál «volvió» (cuando ya había sido oficializado como desaparecido) un par de años más tarde y también vivió felizmente con una mujer hasta 1970, momento en que esta vez, desapareció para siempre.

La sorpresa es que en 2006, y ya con más de 70 años, la mujer se encontraba con vida, quien confirmó la historia, sus detalles, y a la vez, reconoció al instante a quien fue su esposo en los videos de las conversaciones con el psiquiatra. Agregando finalmente, que como en aquel abril de 1958, salieron un día de 1970 y desapareció; aunque en esta ocasión, nunca más lo volvió a ver.

 

Imagen: El Universo